martes, 21 de septiembre de 2010

la articulación de la básica secundaria y la media con la superior o universitaria y con el mundo del trabajo y el empleo

Los problemas mayores son los del tercer aspecto del séptimo reto: la articulación de la básica secundaria y la media con la superior o universitaria y con el mundo del trabajo y el empleo.
Este es el tema en el cual se está desarrollando el seminario que mencioné en la Universidad Nacional de Manizales, y el que se ha trabajado también en EAFIT, especialmente por la Dra. Jeannette Lerner del Departamento de Desarrollo Estudiantil. También ha sido objeto de un nuevo y ambicioso proyecto del Ministerio de Educación Nacional que acaba de salir a licitación.
Distingo con la legislación actual la educación básica (con sus dos niveles primario y secundario) de la educación media, que como su nombre lo indica y lo ha señalado repetidamente Víctor Manuel Gómez, se define sólo por su indefinición y cuelga en el aire entre un noveno grado de básica y la incierta entrada a la educación universitaria o superior.
A pesar de la aparente articulación suave entre la básica secundaria y la media con la transición de noveno a décimo grado, hay allí hay un problema constitucional, al no quedar incluida la educación media, sino sólo la básica, como derecho fundamental.
En efecto, el Art. 67 de la Constitución Política de 1991 dice que la educación “será obligatoria entre los cinco y los quince años de edad y que comprenderá como mínimo, un año de preescolar y nueve de educación básica.” No faltan los ministros de hacienda que quieren ahorrarse unos cuantos miles de millones de pesos de inversión en educación propalando la idea de la privatización total de la educación media y la universitaria, como si lo que la Constitución establece como mínimo fuera el máximo de la obligación del Estado para proporcionarla, o como si el Estado tampoco tuviera obligación de ofrecerla porque los jóvenes no tienen obligación de seguirla.
Hay también un problema de terminología y definiciones. La educación universitaria o superior se llama también, y mal llamada, “postsecundaria”, pues la media también –por definición– es postsecundaria Por ello propusimos en “Colombia: Al filo de la oportunidad”, la denominación “postbásica” para no utilizar “universitaria” ni “superior”, dado que el Padre Alfonso Borrero ha señalado muy claramente que “superior” es una denominación de calidad, no de nivel, y que implica que la educación básica y media es “inferior” a la universitaria. Además, la denominación de “universitaria” parece restringirse al academicismo, dejando por fuera la educación técnica y tecnológica postsecundaria y postmedia. Esos implícitos culturales son parte del problema y dificultan su solución.
El problema de la articulación de la básica secundaria con la media pasa desapercibido en los colegios privados que sólo tienen modalidad académica, y ni siquiera ofrecen dentro de esa modalidad opciones o énfasis (por ejemplo en ciencias naturales y matemáticas, en ciencias sociales y humanidades, en artes o en deportes). Atienden a poblaciones con alta probabilidad de ingreso a la educación universitaria tradicional, y por lo tanto desconocen el problema de los colegios que atienden a poblaciones que casi con certeza no van a lograr que sus egresados puedan pasar los difíciles exámenes de admisión de las universidades oficiales. Entre sus egresados, aun la mayoría de los que los pasan esos exámenes de admisión u obtienen un puntaje aceptable en el ICFES, no pueden aprovechar los cupos por razones económicas y, por esas mismas razones, prácticamente ninguno de los que no pueden entrar en las universidades públicas puede costearse una universidad privada.
Como lo vimos en el caso de los colegios privados de élite, también en los oficiales y en los privados populares el problema de la transición entre la básica secundaria y la media se ha resuelto cosméticamente con la universalización de la llamada “modalidad académica”, que debería haber sido sólo una de las varias ramas de la diversificación, como se pretendió con la creación del los INEM en los años 60 y con el Decreto 088 de 1976 y el 1419 de 1978 al extender la denominación “media diversificada” a todos los tres últimos grados de bachillerato en todos los colegios. Pero casi todos los colegios se olvidaron de la segunda palabra: “diversificada”.
La desarticulación entre la media y la superior no puede superarse sin repensar la media y la postbásica, sin reorganizar los vínculos institucionales y sin estudiar más a fondo la psicología y la sociología de los adolescentes y jóvenes de las edades respectivas. Más aún, hay que repensar una posible articulación en un escenario más amplio: en la relación entre educación, trabajo y empleo.
Distingo por supuesto entre trabajo y empleo, pues no todo trabajo se hace en un empleo, y no todo empleo es un trabajo productivo, como lo muestran los innumerables soldados, policías, paramilitares, guerrilleros y vigilantes privados, sin los cuales empleos improductivos y aun destructivos, el desempleo abierto en Colombia saltaría al doble.
Es necesaria una reorientación de la enseñanza media, la técnica y la tecnológica, del SENA y de las instituciones postbásicas, postmedias y universitarias hacia la preparación de los y las jóvenes para formar empresa, para trabajar independientemente, para moverse con solvencia de un trabajo a otro y de un empleo a otro, o sin empleo ninguno. Esta reorientación es imprescindible si se quiere bajar el desempleo en una economía dependiente, globalizada y neoliberalizada.
En la Misión de Ciencia, Educación y Desarrollo se propusieron algunas ideas como la tarjeta de crédito educativo para la enseñanza media, lo que permitiría un abanico de ofertas imposible de lograr en los colegios oficiales de enseñanza media, o como la apertura de las llamadas “chimeneas” entre carreras, entre éstas y empleos por tiempo breve y con la posibilidad de títulos intermedios y reingreso a la universidad, para que no se produzcan tantas deserciones frustrantes e incapacitantes. Si se estudia la repetición y el fracaso en los primeros cuatro semestres de las carreras de ingeniería, para poner un ejemplo, es claro el valor de organizar salidas decorosas a los que tienen dificultades y bajos promedios, para que obtengan los títulos de técnico o de tecnólogo, con la expectativa de poder volver más tarde a reintegrarse a una u otra carrera de ingeniería, ya con más madurez, experiencia y conocimiento de causa.
Hay una apertura legal en el Art. 6o. de la Ley 749 de 2002, por la cual se organiza el servicio público de la educación superior en las modalidades de formación técnica profesional y tecnológica. Dice así:
Art. 6o. De la articulación con la Media Técnica. Las instituciones técnicas profesionales, a pesar del desarrollo curricular que logren realizar a través de los ciclos propedéuticos, mantendrán el nivel técnico en los diferentes programas que ofrezcan para permitirles complementariamente a los estudiantes que concluyan su educación básica secundaria y deseen iniciarse en un carrera técnica en su iniciación en la educación superior; en caso de que estos estudiantes opten en el futuro por el ciclo tecnológico y/o profesional deberán graduarse como bachilleres. Las instituciones técnicas profesionales, en uso de su autonomía responsable, fijarán los criterios que permitan la homologación o validación de contenidos curriculares a quienes hayan cursado sus estudios de educación meda en colegios técnicos, teniendo en cuenta el reconocimiento de los títulos otorgados por las instituciones del sistema.
El Distrito Capital de Bogotá y algunas otras secretarías de educación de las ciudades más grandes del país, como Medellín, han iniciado programas de subsidio a estudiantes de estratos 1 a 3 para hacer su educación media en áreas técnicas y tecnológicas con la posibilidad de continuar sus estudios para el grado de técnico y de tecnólogo en instituciones privadas, y la posibilidad adicional de pasar a carreras de ingeniería si tienen éxito en los ciclos propedeúticos e intermedios de su carrera tecnológica.
Otra posibilidad, que ya han iniciado algunas universidades, es el sistema de “Posicionamiento Avanzado” (“Advanced Placement”) que tienen los colegios de educación secundaria o alta (los “High Schools”) en los Estados Unidos, en convenio con alguna universidad. En ese país, la educación básica tiene 12 grados, 6 de primaria o elemental y otros 6 de secundaria, divididos de formas diferentes. Por ejemplo, en muchos colegios, la educación media o escuela media (“Middle School”) tiene tres grados, que son intermedios entre los 6 de elemental y los 3 de alta. Así, la educación media es intermedia entre la elemental y la alta. Si hay 3 grados de media y 3 de alta, en los 3 grados finales no hay obligación de tomar sino un curso de un año de matemáticas y dos de ciencias naturales. Perfectamente puede graduarse un estudiante con sólo un curso de álgebra, uno de física y uno de química durante los tres últimos grados.
Allá no es pues obligatorio tomar el cálculo diferencial e integral en el grado 12. Colombia parece ser el único país del mundo que le exige a todos los bachilleres tomar el cálculo diferencial e integral. Durante los 15 años en que fui asesor del MEN en comisión de cuarto de tiempo por parte de la Universidad Nacional, traté por distintos medios de eliminar ese requisito que me parece excesivo e inútil, si no contraproducente. Sobra decir que no tuve ningún éxito, ni con los directivos, ni con los profesores, ni siquiera con los estudiantes. En los Estados Unidos, si un alumno de grado 11 o 12 quiere tomar el cálculo o el álgebra lineal en esos grados, su colegio hace un convenio de Posicionamiento Avanzado con una institución universitaria cercana que dirija la enseñanza de esa asignatura y homologue ese curso para los que obtengan buenas notas en los últimos años de colegio, de tal manera que puedan pasar directamente a las asignaturas de segundo o tercer semestre de la universidad.
Otra idea que se va abriendo paso, y que ya se había propuesto en la Misión de Ciencia, Educación y Desarrollo, es la de abrir el grado 12 en los colegios, ya sea de manera obligatoria para todos, con lo que se difiere un año la selección de carrera y se da la oportunidad de mejorar el nivel académico de los bachilleres, ya sea de manera opcional, de manera semejante a como se acostumbra en Francia con los estudiantes que quieren presentarse a las “Grandes Écoles”, quienes pasan uno o dos años preparándose para los exámenes de admisión. Podría darse más flexibilidad de tomar asignaturas opcionales en los grados 11 y 12 por el sistema de Posicionamiento Avanzado, y en las universidades no habría que repetir esos cursos en los dos primeros semestres.
Para ello hay una apertura legal y un precedente digno de estudio e investigación con la experiencia de los llamados “grados 12 y 13” en las Escuelas Normales Superiores, y su articulación con las carreras de licenciatura en las facultades de educación.
Otros problemas de articulación se refieren más a las diferencias entre las culturas colegiales y las culturas universitarias, al shock cultural de ir a estudiar a otra ciudad y a los problemas psicosociales de la adolescencia, la rebeldía, la experiencia de libertad, la reacción usual contra la religión, la educación que recibieron de sus padres y madres y la multitud de ocasiones que tienen de hacer exploraciones en materia de sexo, alcohol, droga y rumba. Allí la articulación tiene que ver más con la existencia de ofertas culturales amplias para los estudiantes, el acompañamiento psicosocial por profesionales bien preparados, el nombramiento de tutores para grupos pequeños de primíparos y otras modalidades de asesoría estudiantil.
Sin embargo, algunos docentes y psicólogos encargados de la asesoría a los jóvenes universitarios encuentran que las dificultades de desadaptación y las exploraciones en materia de sexo, alcohol, droga y rumba no son los principales problemas que consultan los jóvenes que acuden a las asesorías o consejerías universitarias. En universidades de alto nivel de exigencia académica, suelen ser más agudos los problemas causados porel fracaso en las matemáticas y la física de los primeros semestres que los causados por la difícil adaptación a la cultura universitaria.
Estos problemas de desarticulación, muchos de los cuales escapan a los esfuerzos de los colegios y las universidades por disminuirlos, se combinan con el problema de la transición tan brusca de un colegio con un currículo homogéneo y muy recargado de asignaturas obligatorias en los dos años de media, en los que todos los estudiantes siguen los mismos horarios y estudian las mismas asignaturas, a una universidad en la que tienen que escoger una profesión para inscribirse en ella desde mediados del grado 11. Hace años, la Universidad de los Andes ensayó un sistema parecido al “College” norteamericano, en donde se podían hacer estudios generales que podían desembocar en diferentes carreras. El Dr. Jorge Ortiz Amaya, quien fue director del PNUD en Bogotá por muchos años, con un grupo de profesores visionarios, abrió una institución universitaria para estudios generales tipo “College”, que no duró ni siquiera dos años. El obstáculo cultural principal fue la actitud de los padres de familia, que presionan a sus hijos e hijas a elegir una carrera, ojalá entre las tradicionales, y no quieren pagar dos años de universidad sin saber a qué profesión corresponden. Con bachilleres de 15 y 16 años, y con la prolongación de la adolescencia aun en los mayores de 16, parece demasiado temprano el grado 11 para elegir carrera, pero los padres y madres de familia todavía no piensan así. Si ellos son los que pagan la matrícula, el cambio va a ser difícil; por eso en las universidades oficiales sería más fácil introducir este tipo de currículos flexibles todavía no orientados a una profesión. Podría abrirse la admisión a estudios generales por grupos de carreras, por ejemplo para salud, para ciencias naturales, matemáticas e ingenierías, y para ciencias sociales, derecho, economía y administración, o ensayar otras agrupaciones. En EAFIT, con el liderazgo del Dr. Juan Luis Londoño, se podría ensayar con un grupo de estudios generales en las artes. En esos programas de estudios generales se recibirían estudiantes para cualquiera de las carreras de la agrupación, con posibilidad de diferir la decisión de ingreso a una de ellas hasta el fin del segundo año. Habría que inventar este híbrido de nuestro sistema profesionalista y del sistema del “college” norteamericano.
La Universidad Javeriana experimentó con un curso integrado de ciencias básicas para algunas carreras relacionadas con la biología, bacteriología, microbiología industrial, enfermería, nutrición y dietética, en la cual todos estudiaban las mismas asignaturas en forma integrada. Pero nunca se logró que los directores de cada carrera aceptaran que los que ya habían recibido para su carrera se cambiaran a otras, a pesar de haber visto las mismas asignaturas con los mismos profesores y compañeros. Esos celos profesionales, combinados con la necesidad de pagar la matrícula en una u otra carrera o aun facultad, crean barreras más fuertes que cualquier consideración académica o pedagógica.
Otra idea que puede analizarse y adaptarse a nuestro país es la de los “Junior Colleges”, que ofrecen estudios generales y estudios técnicos y carreras cortas en dos o tres años, con convenios para que los mejores alumnos puedan pasar a los “Colleges” de cuatro años y seguir carreras universitarias. Eso ha permitido que se absorba buena parte de la población estudiantil que termina grado 12, sin que los que elijan el “Junior College” tengan necesidad de presentar exámenes de admisión S.A.T. ni de trasladarse lejos de su ciudad de residencia. Todos pueden decir sin sonrojarse que entraron a “College” y así no se suman a los millones de desempleados, presa fácil de los reclutadores de los narcotraficantes, de los grupos ilegales y de las pandillas delincuenciales.
Una idea paralela, impulsada por el Dr. Eduardo Aldana en la Misión de Ciencia, Educación y Desarrollo, es la de articular la media con la superior en los Institutos de Innovación Regional INNOVAR (Misión de Ciencia, Educación y Desarrollo, p. 188-189), del cual él ya ha organizado uno en su ciudad natal, Purificación, Tolima. Estos institutos reunirían profesores de los sectores de agronomía, biología, zootecnia, ecología y similares, con los estudiantes que terminen la educación básica en los pueblos y veredas, para organizar la investigación y el desarrollo en el manejo de cuencas, bosques y ecosistemas, sin que tengan que salir de sus regiones para la culminación de sus ciclos de estudios técnicos y tecnológicos, y aun de ingenierías y ciencias. Con los programas de reinserción de los paramilitares y ojalá algún día de los guerrilleros, se abre una nueva posibilidad para que distintas versiones de los Institutos INNOVAR articulen educación básica y postbásica con el trabajo, el empleo y la producción agrícola en los sitios mismos de concentración, que se convertirían en mejores opciones de estabilización e integración social que la migración a las ciudades.
Un problema cultural más amplio hace difíciles las soluciones a todos estos problemas de desarticulación de la educación secundaria con la media, de ésta con la superior, y de ambas con el trabajo y el empleo. Es el amplio y difuso desprecio por el trabajo manual que heredamos de los hidalgos españoles y perpetuamos en nuestras clases dirigentes. La educación técnica y tecnológica se considera educación pobre y para pobres, y ni siquiera se organizan adecuadamente las áreas técnicas y tecnológicas en la educación básica y media, por más que sean obligatorias. Sólo los computadores permitieron que se abriera paso el área de educación en tecnología, confundiendo equivocadamente la tecnología con la informática. Todos los demás aspectos de las técnicas y las tecnologías quedan relegados al olvido. Apenas hay un par de licenciaturas en tecnología, que aún tienen pocos graduados, y los convenios del MEN con el SENA para que éste se encargue de la formación y apoyo a los profesores del área de educación en tecnología de los colegios no han pasado de algunos diseños y pruebas piloto, en las que los celos institucionales y los problemas de déficit económico del MEN y superávit del SENA hacen muy difíciles las relaciones entre ambos, aunque hay buenas noticias sobre la marcha de esas colaboraciones en algunos departamentos, entre ellos, Antioquia y Caldas.
Es pues necesario un tiempo largo y un esfuerzo sostenido y orientado en las transformaciones económicas y sociales, apoyadas por un amplio esfuerzo mediático, que se proponga la inculturación del trabajo técnico y tecnológico y de las carreras técnicas y tecnológicas en la cultura colombiana, de manera que se vaya logrando una ampliación del número de empleos y de empresas pequeñas y medianas en estas áreas y que vaya subiendo la remuneración relativa de los técnicos y tecnólogos hasta que iguale o supere a la de los proletarizados médicos, abogados y profesores universitarios. Podría comenzar a suceder lo que ya ocurre en Alemania, en donde la saturación de las plazas de los profesores en las universidades hace que los estudiantes universitarios no sólo no desprecien a sus compañeros que no lograron entrar a la universidad, sino que ellos también prefieran hacer sucesiva o paralelamente carreras tecnológicas y hacer sus pasantías en ellas para garantizarse más posibilidades de empleo bien remunerado o de conformar pequeñas y medianas empresas de producción y servicios.
Sin ese esfuerzo sostenido de inculturación de las áreas, carreras y empresas técnicas y tecnológicas, nuestro país irá involucionando hacia una economía de servicios a los turistas extranjeros y no habrá alternativas productivas de alta tecnología que permitan algún día sustituir el cultivo, procesamiento y exportación de alcaloides y detener la llamada “fuga de cerebros”, que como lo ha anotado acertadamente el Dr. Alfredo Sarmiento, en Colombia es más bien “fuga de estómagos”.
Enfrentar en serio cualquiera de estos retos va a requerir mucha inversión en tiempo, en investigación y desarrollo, en asesorías, formación continuada y detección y fomento de nuevas iniciativas, pero esa será la inversión de más alto rendimiento para el país. Por la cuantía de este tipo de inversión y para subrayar su necesidad y su importancia, quiero terminar con una adaptación castellana de una famosa frase de Groucho Marx: “Si usted cree que la educación nos está saliendo muy costosa, piense cuánto nos está costando la ignorancia”.
Carlos E. Vasco U.

1 comentario:

  1. Desventajas
    La realidad de las instituciones de educación superior en Colombia , esta pensando profundas transformaciones institucionales sostenibles, una adaptación a las tendencias de la globalización del conocimiento y de preservación de las tradiciones institucionales y culturales. Contempla, además, nueva formas de financiación por medio de alianzas, la valoración el conocimiento y gestión del mismo

    Altas tasas de deserción en el sistema.



    El 48% de lo estudiantes no culmina su programa académico
    Concentración geográfica de la oferta académica:
    El 75% de la oferta se concentra en 5 ciudades principales.

    Se requiere más oportunidades educativas para la población urbana y rural.
    - La saturación de actividades, en muchos casos,
    El tener que ceder ante programación interna para atender compromisos de las entidades gestoras

    ResponderEliminar