martes, 21 de septiembre de 2010

EDUCACIÓN TÉCNICA EN COLOMBIA

la articulación de la básica secundaria y la media con la superior o universitaria y con el mundo del trabajo y el empleo

Los problemas mayores son los del tercer aspecto del séptimo reto: la articulación de la básica secundaria y la media con la superior o universitaria y con el mundo del trabajo y el empleo.
Este es el tema en el cual se está desarrollando el seminario que mencioné en la Universidad Nacional de Manizales, y el que se ha trabajado también en EAFIT, especialmente por la Dra. Jeannette Lerner del Departamento de Desarrollo Estudiantil. También ha sido objeto de un nuevo y ambicioso proyecto del Ministerio de Educación Nacional que acaba de salir a licitación.
Distingo con la legislación actual la educación básica (con sus dos niveles primario y secundario) de la educación media, que como su nombre lo indica y lo ha señalado repetidamente Víctor Manuel Gómez, se define sólo por su indefinición y cuelga en el aire entre un noveno grado de básica y la incierta entrada a la educación universitaria o superior.
A pesar de la aparente articulación suave entre la básica secundaria y la media con la transición de noveno a décimo grado, hay allí hay un problema constitucional, al no quedar incluida la educación media, sino sólo la básica, como derecho fundamental.
En efecto, el Art. 67 de la Constitución Política de 1991 dice que la educación “será obligatoria entre los cinco y los quince años de edad y que comprenderá como mínimo, un año de preescolar y nueve de educación básica.” No faltan los ministros de hacienda que quieren ahorrarse unos cuantos miles de millones de pesos de inversión en educación propalando la idea de la privatización total de la educación media y la universitaria, como si lo que la Constitución establece como mínimo fuera el máximo de la obligación del Estado para proporcionarla, o como si el Estado tampoco tuviera obligación de ofrecerla porque los jóvenes no tienen obligación de seguirla.
Hay también un problema de terminología y definiciones. La educación universitaria o superior se llama también, y mal llamada, “postsecundaria”, pues la media también –por definición– es postsecundaria Por ello propusimos en “Colombia: Al filo de la oportunidad”, la denominación “postbásica” para no utilizar “universitaria” ni “superior”, dado que el Padre Alfonso Borrero ha señalado muy claramente que “superior” es una denominación de calidad, no de nivel, y que implica que la educación básica y media es “inferior” a la universitaria. Además, la denominación de “universitaria” parece restringirse al academicismo, dejando por fuera la educación técnica y tecnológica postsecundaria y postmedia. Esos implícitos culturales son parte del problema y dificultan su solución.
El problema de la articulación de la básica secundaria con la media pasa desapercibido en los colegios privados que sólo tienen modalidad académica, y ni siquiera ofrecen dentro de esa modalidad opciones o énfasis (por ejemplo en ciencias naturales y matemáticas, en ciencias sociales y humanidades, en artes o en deportes). Atienden a poblaciones con alta probabilidad de ingreso a la educación universitaria tradicional, y por lo tanto desconocen el problema de los colegios que atienden a poblaciones que casi con certeza no van a lograr que sus egresados puedan pasar los difíciles exámenes de admisión de las universidades oficiales. Entre sus egresados, aun la mayoría de los que los pasan esos exámenes de admisión u obtienen un puntaje aceptable en el ICFES, no pueden aprovechar los cupos por razones económicas y, por esas mismas razones, prácticamente ninguno de los que no pueden entrar en las universidades públicas puede costearse una universidad privada.
Como lo vimos en el caso de los colegios privados de élite, también en los oficiales y en los privados populares el problema de la transición entre la básica secundaria y la media se ha resuelto cosméticamente con la universalización de la llamada “modalidad académica”, que debería haber sido sólo una de las varias ramas de la diversificación, como se pretendió con la creación del los INEM en los años 60 y con el Decreto 088 de 1976 y el 1419 de 1978 al extender la denominación “media diversificada” a todos los tres últimos grados de bachillerato en todos los colegios. Pero casi todos los colegios se olvidaron de la segunda palabra: “diversificada”.
La desarticulación entre la media y la superior no puede superarse sin repensar la media y la postbásica, sin reorganizar los vínculos institucionales y sin estudiar más a fondo la psicología y la sociología de los adolescentes y jóvenes de las edades respectivas. Más aún, hay que repensar una posible articulación en un escenario más amplio: en la relación entre educación, trabajo y empleo.
Distingo por supuesto entre trabajo y empleo, pues no todo trabajo se hace en un empleo, y no todo empleo es un trabajo productivo, como lo muestran los innumerables soldados, policías, paramilitares, guerrilleros y vigilantes privados, sin los cuales empleos improductivos y aun destructivos, el desempleo abierto en Colombia saltaría al doble.
Es necesaria una reorientación de la enseñanza media, la técnica y la tecnológica, del SENA y de las instituciones postbásicas, postmedias y universitarias hacia la preparación de los y las jóvenes para formar empresa, para trabajar independientemente, para moverse con solvencia de un trabajo a otro y de un empleo a otro, o sin empleo ninguno. Esta reorientación es imprescindible si se quiere bajar el desempleo en una economía dependiente, globalizada y neoliberalizada.
En la Misión de Ciencia, Educación y Desarrollo se propusieron algunas ideas como la tarjeta de crédito educativo para la enseñanza media, lo que permitiría un abanico de ofertas imposible de lograr en los colegios oficiales de enseñanza media, o como la apertura de las llamadas “chimeneas” entre carreras, entre éstas y empleos por tiempo breve y con la posibilidad de títulos intermedios y reingreso a la universidad, para que no se produzcan tantas deserciones frustrantes e incapacitantes. Si se estudia la repetición y el fracaso en los primeros cuatro semestres de las carreras de ingeniería, para poner un ejemplo, es claro el valor de organizar salidas decorosas a los que tienen dificultades y bajos promedios, para que obtengan los títulos de técnico o de tecnólogo, con la expectativa de poder volver más tarde a reintegrarse a una u otra carrera de ingeniería, ya con más madurez, experiencia y conocimiento de causa.
Hay una apertura legal en el Art. 6o. de la Ley 749 de 2002, por la cual se organiza el servicio público de la educación superior en las modalidades de formación técnica profesional y tecnológica. Dice así:
Art. 6o. De la articulación con la Media Técnica. Las instituciones técnicas profesionales, a pesar del desarrollo curricular que logren realizar a través de los ciclos propedéuticos, mantendrán el nivel técnico en los diferentes programas que ofrezcan para permitirles complementariamente a los estudiantes que concluyan su educación básica secundaria y deseen iniciarse en un carrera técnica en su iniciación en la educación superior; en caso de que estos estudiantes opten en el futuro por el ciclo tecnológico y/o profesional deberán graduarse como bachilleres. Las instituciones técnicas profesionales, en uso de su autonomía responsable, fijarán los criterios que permitan la homologación o validación de contenidos curriculares a quienes hayan cursado sus estudios de educación meda en colegios técnicos, teniendo en cuenta el reconocimiento de los títulos otorgados por las instituciones del sistema.
El Distrito Capital de Bogotá y algunas otras secretarías de educación de las ciudades más grandes del país, como Medellín, han iniciado programas de subsidio a estudiantes de estratos 1 a 3 para hacer su educación media en áreas técnicas y tecnológicas con la posibilidad de continuar sus estudios para el grado de técnico y de tecnólogo en instituciones privadas, y la posibilidad adicional de pasar a carreras de ingeniería si tienen éxito en los ciclos propedeúticos e intermedios de su carrera tecnológica.
Otra posibilidad, que ya han iniciado algunas universidades, es el sistema de “Posicionamiento Avanzado” (“Advanced Placement”) que tienen los colegios de educación secundaria o alta (los “High Schools”) en los Estados Unidos, en convenio con alguna universidad. En ese país, la educación básica tiene 12 grados, 6 de primaria o elemental y otros 6 de secundaria, divididos de formas diferentes. Por ejemplo, en muchos colegios, la educación media o escuela media (“Middle School”) tiene tres grados, que son intermedios entre los 6 de elemental y los 3 de alta. Así, la educación media es intermedia entre la elemental y la alta. Si hay 3 grados de media y 3 de alta, en los 3 grados finales no hay obligación de tomar sino un curso de un año de matemáticas y dos de ciencias naturales. Perfectamente puede graduarse un estudiante con sólo un curso de álgebra, uno de física y uno de química durante los tres últimos grados.
Allá no es pues obligatorio tomar el cálculo diferencial e integral en el grado 12. Colombia parece ser el único país del mundo que le exige a todos los bachilleres tomar el cálculo diferencial e integral. Durante los 15 años en que fui asesor del MEN en comisión de cuarto de tiempo por parte de la Universidad Nacional, traté por distintos medios de eliminar ese requisito que me parece excesivo e inútil, si no contraproducente. Sobra decir que no tuve ningún éxito, ni con los directivos, ni con los profesores, ni siquiera con los estudiantes. En los Estados Unidos, si un alumno de grado 11 o 12 quiere tomar el cálculo o el álgebra lineal en esos grados, su colegio hace un convenio de Posicionamiento Avanzado con una institución universitaria cercana que dirija la enseñanza de esa asignatura y homologue ese curso para los que obtengan buenas notas en los últimos años de colegio, de tal manera que puedan pasar directamente a las asignaturas de segundo o tercer semestre de la universidad.
Otra idea que se va abriendo paso, y que ya se había propuesto en la Misión de Ciencia, Educación y Desarrollo, es la de abrir el grado 12 en los colegios, ya sea de manera obligatoria para todos, con lo que se difiere un año la selección de carrera y se da la oportunidad de mejorar el nivel académico de los bachilleres, ya sea de manera opcional, de manera semejante a como se acostumbra en Francia con los estudiantes que quieren presentarse a las “Grandes Écoles”, quienes pasan uno o dos años preparándose para los exámenes de admisión. Podría darse más flexibilidad de tomar asignaturas opcionales en los grados 11 y 12 por el sistema de Posicionamiento Avanzado, y en las universidades no habría que repetir esos cursos en los dos primeros semestres.
Para ello hay una apertura legal y un precedente digno de estudio e investigación con la experiencia de los llamados “grados 12 y 13” en las Escuelas Normales Superiores, y su articulación con las carreras de licenciatura en las facultades de educación.
Otros problemas de articulación se refieren más a las diferencias entre las culturas colegiales y las culturas universitarias, al shock cultural de ir a estudiar a otra ciudad y a los problemas psicosociales de la adolescencia, la rebeldía, la experiencia de libertad, la reacción usual contra la religión, la educación que recibieron de sus padres y madres y la multitud de ocasiones que tienen de hacer exploraciones en materia de sexo, alcohol, droga y rumba. Allí la articulación tiene que ver más con la existencia de ofertas culturales amplias para los estudiantes, el acompañamiento psicosocial por profesionales bien preparados, el nombramiento de tutores para grupos pequeños de primíparos y otras modalidades de asesoría estudiantil.
Sin embargo, algunos docentes y psicólogos encargados de la asesoría a los jóvenes universitarios encuentran que las dificultades de desadaptación y las exploraciones en materia de sexo, alcohol, droga y rumba no son los principales problemas que consultan los jóvenes que acuden a las asesorías o consejerías universitarias. En universidades de alto nivel de exigencia académica, suelen ser más agudos los problemas causados porel fracaso en las matemáticas y la física de los primeros semestres que los causados por la difícil adaptación a la cultura universitaria.
Estos problemas de desarticulación, muchos de los cuales escapan a los esfuerzos de los colegios y las universidades por disminuirlos, se combinan con el problema de la transición tan brusca de un colegio con un currículo homogéneo y muy recargado de asignaturas obligatorias en los dos años de media, en los que todos los estudiantes siguen los mismos horarios y estudian las mismas asignaturas, a una universidad en la que tienen que escoger una profesión para inscribirse en ella desde mediados del grado 11. Hace años, la Universidad de los Andes ensayó un sistema parecido al “College” norteamericano, en donde se podían hacer estudios generales que podían desembocar en diferentes carreras. El Dr. Jorge Ortiz Amaya, quien fue director del PNUD en Bogotá por muchos años, con un grupo de profesores visionarios, abrió una institución universitaria para estudios generales tipo “College”, que no duró ni siquiera dos años. El obstáculo cultural principal fue la actitud de los padres de familia, que presionan a sus hijos e hijas a elegir una carrera, ojalá entre las tradicionales, y no quieren pagar dos años de universidad sin saber a qué profesión corresponden. Con bachilleres de 15 y 16 años, y con la prolongación de la adolescencia aun en los mayores de 16, parece demasiado temprano el grado 11 para elegir carrera, pero los padres y madres de familia todavía no piensan así. Si ellos son los que pagan la matrícula, el cambio va a ser difícil; por eso en las universidades oficiales sería más fácil introducir este tipo de currículos flexibles todavía no orientados a una profesión. Podría abrirse la admisión a estudios generales por grupos de carreras, por ejemplo para salud, para ciencias naturales, matemáticas e ingenierías, y para ciencias sociales, derecho, economía y administración, o ensayar otras agrupaciones. En EAFIT, con el liderazgo del Dr. Juan Luis Londoño, se podría ensayar con un grupo de estudios generales en las artes. En esos programas de estudios generales se recibirían estudiantes para cualquiera de las carreras de la agrupación, con posibilidad de diferir la decisión de ingreso a una de ellas hasta el fin del segundo año. Habría que inventar este híbrido de nuestro sistema profesionalista y del sistema del “college” norteamericano.
La Universidad Javeriana experimentó con un curso integrado de ciencias básicas para algunas carreras relacionadas con la biología, bacteriología, microbiología industrial, enfermería, nutrición y dietética, en la cual todos estudiaban las mismas asignaturas en forma integrada. Pero nunca se logró que los directores de cada carrera aceptaran que los que ya habían recibido para su carrera se cambiaran a otras, a pesar de haber visto las mismas asignaturas con los mismos profesores y compañeros. Esos celos profesionales, combinados con la necesidad de pagar la matrícula en una u otra carrera o aun facultad, crean barreras más fuertes que cualquier consideración académica o pedagógica.
Otra idea que puede analizarse y adaptarse a nuestro país es la de los “Junior Colleges”, que ofrecen estudios generales y estudios técnicos y carreras cortas en dos o tres años, con convenios para que los mejores alumnos puedan pasar a los “Colleges” de cuatro años y seguir carreras universitarias. Eso ha permitido que se absorba buena parte de la población estudiantil que termina grado 12, sin que los que elijan el “Junior College” tengan necesidad de presentar exámenes de admisión S.A.T. ni de trasladarse lejos de su ciudad de residencia. Todos pueden decir sin sonrojarse que entraron a “College” y así no se suman a los millones de desempleados, presa fácil de los reclutadores de los narcotraficantes, de los grupos ilegales y de las pandillas delincuenciales.
Una idea paralela, impulsada por el Dr. Eduardo Aldana en la Misión de Ciencia, Educación y Desarrollo, es la de articular la media con la superior en los Institutos de Innovación Regional INNOVAR (Misión de Ciencia, Educación y Desarrollo, p. 188-189), del cual él ya ha organizado uno en su ciudad natal, Purificación, Tolima. Estos institutos reunirían profesores de los sectores de agronomía, biología, zootecnia, ecología y similares, con los estudiantes que terminen la educación básica en los pueblos y veredas, para organizar la investigación y el desarrollo en el manejo de cuencas, bosques y ecosistemas, sin que tengan que salir de sus regiones para la culminación de sus ciclos de estudios técnicos y tecnológicos, y aun de ingenierías y ciencias. Con los programas de reinserción de los paramilitares y ojalá algún día de los guerrilleros, se abre una nueva posibilidad para que distintas versiones de los Institutos INNOVAR articulen educación básica y postbásica con el trabajo, el empleo y la producción agrícola en los sitios mismos de concentración, que se convertirían en mejores opciones de estabilización e integración social que la migración a las ciudades.
Un problema cultural más amplio hace difíciles las soluciones a todos estos problemas de desarticulación de la educación secundaria con la media, de ésta con la superior, y de ambas con el trabajo y el empleo. Es el amplio y difuso desprecio por el trabajo manual que heredamos de los hidalgos españoles y perpetuamos en nuestras clases dirigentes. La educación técnica y tecnológica se considera educación pobre y para pobres, y ni siquiera se organizan adecuadamente las áreas técnicas y tecnológicas en la educación básica y media, por más que sean obligatorias. Sólo los computadores permitieron que se abriera paso el área de educación en tecnología, confundiendo equivocadamente la tecnología con la informática. Todos los demás aspectos de las técnicas y las tecnologías quedan relegados al olvido. Apenas hay un par de licenciaturas en tecnología, que aún tienen pocos graduados, y los convenios del MEN con el SENA para que éste se encargue de la formación y apoyo a los profesores del área de educación en tecnología de los colegios no han pasado de algunos diseños y pruebas piloto, en las que los celos institucionales y los problemas de déficit económico del MEN y superávit del SENA hacen muy difíciles las relaciones entre ambos, aunque hay buenas noticias sobre la marcha de esas colaboraciones en algunos departamentos, entre ellos, Antioquia y Caldas.
Es pues necesario un tiempo largo y un esfuerzo sostenido y orientado en las transformaciones económicas y sociales, apoyadas por un amplio esfuerzo mediático, que se proponga la inculturación del trabajo técnico y tecnológico y de las carreras técnicas y tecnológicas en la cultura colombiana, de manera que se vaya logrando una ampliación del número de empleos y de empresas pequeñas y medianas en estas áreas y que vaya subiendo la remuneración relativa de los técnicos y tecnólogos hasta que iguale o supere a la de los proletarizados médicos, abogados y profesores universitarios. Podría comenzar a suceder lo que ya ocurre en Alemania, en donde la saturación de las plazas de los profesores en las universidades hace que los estudiantes universitarios no sólo no desprecien a sus compañeros que no lograron entrar a la universidad, sino que ellos también prefieran hacer sucesiva o paralelamente carreras tecnológicas y hacer sus pasantías en ellas para garantizarse más posibilidades de empleo bien remunerado o de conformar pequeñas y medianas empresas de producción y servicios.
Sin ese esfuerzo sostenido de inculturación de las áreas, carreras y empresas técnicas y tecnológicas, nuestro país irá involucionando hacia una economía de servicios a los turistas extranjeros y no habrá alternativas productivas de alta tecnología que permitan algún día sustituir el cultivo, procesamiento y exportación de alcaloides y detener la llamada “fuga de cerebros”, que como lo ha anotado acertadamente el Dr. Alfredo Sarmiento, en Colombia es más bien “fuga de estómagos”.
Enfrentar en serio cualquiera de estos retos va a requerir mucha inversión en tiempo, en investigación y desarrollo, en asesorías, formación continuada y detección y fomento de nuevas iniciativas, pero esa será la inversión de más alto rendimiento para el país. Por la cuantía de este tipo de inversión y para subrayar su necesidad y su importancia, quiero terminar con una adaptación castellana de una famosa frase de Groucho Marx: “Si usted cree que la educación nos está saliendo muy costosa, piense cuánto nos está costando la ignorancia”.
Carlos E. Vasco U.
Formación técnica y  tecnológica

Los cursos emanados por la ley son propedéuticos y complementario, remedial y compensatorio. Es posible entonces la conformación de un sistema de ciclos propedéuticos y complementarios, con dos tipos de formación totalmente distintas: la técnica y la tecnológica, y que forman dos tipos de recursos humanos muy diferentes entre sí.

La formación por ciclos propedéuticos; del técnico profesional al tecnológico, contiene entonces la  fundamentación conceptual y educativa. Es una propuesta de índole operativa, administrativa, de relaciones entre diversos tipos de instituciones, pero con sentido intelectual y académico. El acceso al ciclo tecnológico debe requerir el primer ciclo o, más bien, ingresar a la educación tecnológica requiere la formación técnica. Una importante conclusión es que la Ley es congruente y acertada, además de eficaz para el logro de los objetivos o intenciones propuestas, lo que los estudiantes necesitan.

Una dimensión importante convenientemente establecida en la Ley 749 es la fortaleza de instituciones académica y económica de la mayoría de las instituciones técnicas y tecnológicas, permite el ofrecer educación con calidad y pertinencia. Conviene recordar aquí que un porcentaje importante de estas instituciones técnico profesionales en el país y su tradición de formación práctica para ocupaciones.

Generan y acumulan los recursos y sinergias necesarios para una oferta de formación que cumpla los estándares mínimos –o registro calificado- definidos por el Estado, en áreas de Ingenierías y Administración, en las que pueden ofrecer programas. La existencia de este tipo de instituciones, en el nivel de educación superior, es consecuencia de la vigencia de un concepto de educación técnica como formación práctica, instrumental, para ocupaciones u oficios, Para este tipo de formación profesional o calificación ocupacional existen diversas  instituciones, como el SENA, o diversos tipos de programas no-formales de capacitación. Por tanto, no es posible seguir aceptando este concepto de educación técnica en el nivel de educación superior.

Esto implica la necesidad de encontrar una nueva denominación y ubicación, en el  sistema de educación superior, a la mayoría de las actuales instituciones denominadas como técnicas y tecnológicas que en realidad ofrecen carreras cortas en campos profesionales similares o afines a carreras universitarias y que además,  tienen  vocación,  interés, recursos, para ofrecer una educación tecnológica según los estándares internacionales de calidad requeridos para este tipo de  educación.
Ademas, la Ley 749 expone la definición tautológica que esta ley ofrece de ambos tipos de instituciones: las técnicas se definen por su vocación e identidad en actividades de formación técnica, y las tecnológicas por su vocación e identidad en actividades de formación tecnológica (!!). (Artículos 1º y 2º). La insistencia en mantener estos dos tipos de instituciones dio origen a los tres ciclos postulados en la Ley: el primero para las actuales instituciones técnicas, el segundo para las tecnológicas y el tercero, correspondiente al nivel profesional (Art. 3º). Esta es una situación inédita en la educación superior en el mundo y muy contraria a la racionalidad y objetivos de los sistemas de educación superior actualmente organizados en ciclos.

Al primer ciclo técnico pueden acceder tres (3) diversos tipos de estudiantes,diferenciados por niveles etáreos y educación previa (Art. 6º).
1. A él acceden estudiantes desde grado 10 de nivel secundario, mayores de 16
años. Quienes quieran continuar al 2º ciclo tecnológico deben graduarse de
bachilleres.
2. Bachilleres de colegios técnicos pueden homologar y validar el primer ciclo
técnico de nivel superior.
3. Se puede acceder al primer ciclo técnico con el Certificado de Aptitud
Profesional (CAP) del SENA.
4. Egresados del nivel medio, mayores de16 años, también pueden acceder al
primer ciclo técnico.


Una primera implicación es el inicio de la educación superior en Colombia a partir de los 16 años (cuando la edad mínima legal vigente en la mayoría de países es de 17 años), y desde el grado 10° o nivel medio, el que en la mayoría de países forma parte de los 12 años de escolaridad básica obligatoria.

Este inicio temprano en la educación superior tiene que ver con el hecho de que los estudiantes de grado 10º que accedan a programas del primer ciclo técnico ya no  estarán siguiendo programas del nivel medio sino programas de primer ciclo de educación superior, los que deben estar sometidos al requisito de tener ‘registro calificado’ para su funcionamiento, y además acreditación de excelencia si pretenden ofrecer el segundo ciclo.. Los bachilleres técnicos tendrán también que homologar y validar dicho programa de nivel superior.Esto le implica al MEN y al CNA la difícil tarea de definir condiciones o estándares
mínimos, para un contexto real de educación de nivel medio, que no es de su competencia intelectual ni institucional pero que de jure se convierte en objeto de regulación. Igual consideración se aplica a la acreditación de excelencia.

Como los programas de primer ciclo, que aspiren a superar su condición de terminalidad y ofrecer el segundo ciclo, deben cumplir por lo menos el requisito de registro calificado se genera el problema de definir estándares mínimos para programas que pueden recibir estudiantes tan disímiles y heterogéneos como los provenientes de las 4 situaciones ya señaladas: estudiantes de grado 10º, egresados del nivel medio, estudiantes con CAP-SENA y bachilleres técnicos. Pretender ofrecer educación superior, de calidad, a un grupo estudiantil tan heterogéneo es una tarea imposible.

Las actuales exigencias sociales, culturales y económicas del país hacen que las propuestas educativas tanto en la educación formal como en la formación para el trabajo, propicien desde las políticas educativas, el espacio para que la población colombiana pueda acceder y proyectarse en los contextos productivos, sociales y competitivos, con calidad y pertinencia en su formación. En este sentido, los Ministerios de Educación y Protección Social, a través del Viceministerio de Educación Superior y el Servicio Nacional de Aprendizaje Sena, vienen adelantando de manera conjunta acuerdos que posibiliten aprovechar los avances logrados en el campo de la formación del recurso humano, para definir espacios de integración, mediante el establecimiento de equivalencias de programas de formación profesional integral desarrollados y certificados por el Sena y programas de técnicos profesionales y tecnólogos de la educación formal en el nivel superior, con el propósito de brindar la posibilidad a los egresados del Sena de continuar estudios universitarios, mediante la modalidad de los ciclos propedéuticos.

Se tiene previsto la realización de siete eventos regionales de capacitación con el propósito de fortalecer la capacidad académica de las Instituciones de Educación Superior; los eventos de capacitación serán teórico-prácticos, dirigidos a las instituciones de educación superior que ofrecen formación técnica y tecnológica, con el propósito que adquieran las herramientas básicas para la adecuación de los programas académicos al actual marco normativo, particularmente en lo referente a los temas de la redefinición, el cambio de carácter académico, los ciclos propedéuticos, los créditos académicos y las condiciones mínimas de calidad. Todo lo anterior de cara al cumplimiento de las condiciones mínimas de calidad que conduzcan al registro calificado. Principales enfoques:
• Garantizar un sistema educativo articulado y coherente en sus diferentes niveles, incluyendo la educación para el trabajo y el desarrollo humano, acorde a las exigencias de la sociedad colombiana.
• Desarrollar y fortalecer la cultura de la investigación y el desarrollo humano sostenible para responder adecuadamente a las necesidades de cada contexto y como aporte a la transformación socio cultural.
• Garantizar el acceso, uso y apropiación crítica de las TIC, como herramientas para el aprendizaje, el avance científico, tecnológico y cultural, que permitan el desarrollo humano y la participación activa en la sociedad del conocimiento.
Educación en y para la paz, la convivencia y la ciudadanía
• Diseñar y aplicar políticas públicas articuladas intra e intersectoriales, basadas en un enfoque de derechos y deberes, principios de equidad, inclusión, diversidad social, económica, cultural, étnica, política, religiosa, sexual y de género.
• Valoración y tratamiento integral de los conflictos, respeto por la biodiversidad y el desarrollo sostenible.
• Promover una educación en y para la paz a partir de la corresponsabilidad del Estado, las familias, la sociedad civil, los medios de comunicación, el sector productivo, las ONG y las comunidades educativas.

• Adoptar programas flexibles con enfoques diferenciales de derechos dirigidos a los grupos poblacionales en situación de desplazamiento, de vulnerabilidad y con necesidades educativas especiales.

Renovación pedagógica desde y uso de las TIC en educación

• Revisar el sistema de evaluación vigente para que contribuya efectivamente al mejoramiento de los estándares de calidad.
• Dotar y mantener en todas las instituciones y centros educativos una infraestructura tecnológica informática y de conectividad, con criterios de calidad y equidad, para apoyar procesos pedagógicos y de gestión.
• Fortalecer los procesos lectores y escritores como condición para el desarrollo humano.
• Fortalecer los planes de estudio de manera que respondan a las necesidades específicas de las comunidades y contribuyan a su permanencia en el sistema educativo.
• Implementar estrategias didácticas que faciliten el aprendizaje autónomo, colaborativo y el pensamiento crítico y creativo mediante el uso de las TIC. Ciencia y tecnología integradas a la educación
• Implementar una política pública para incrementar el desarrollo en ciencia y  tecnología.
• Formar el talento humano necesario para el desarrollo de la ciencia, la tecnología y la  innovación.
• Fortalecer la educación técnica y tecnológica, así como la formación para el trabajo y
el desarrollo humano para responder a las necesidades del mercado laboral, el sector productivo y la sociedad.
• Hacer pertinente la formación en ciencia y tecnología a partir de las necesidades y transformaciones que demandan el sector productivo y el mercado laboral, con  especial atención a las poblaciones rurales.

• Aumentar los recursos para garantizar el acceso y la permanencia de los educandos, en todos los niveles de la educación, que incluya población vulnerable, urbana marginal, rural dispersa, con necesidades educativas especiales, grupos étnicos  madres cabeza de familia y adultos.
• Incrementar la inversión para dignificar, profesionalizar y mejorar significativamente las condiciones laborales y salariales de los educadores.
• Capacitar a padres y madres de familia y/o tutores para que contribuyan en los procesos educativos y participen en las decisiones del sector.
• Incrementar la inversión de la nación y de los entes territoriales para garantizar cobertura, calidad, eficiencia y administración equitativa de los recursos destinados
a mejorar la infraestructura física, dotación tecnológica y modernización de las instituciones educativas.
• Fortalecer la ciencia, la tecnología, la investigación, la innovación y el  emprendimiento en todos los niveles y tipos de educación.
• Convertir la educación inicial en prioridad para la inversión económica nacional, regional y local de Colombia.
• Articular las instancias públicas y privadas del orden nacional, regional y local en el  desarrollo e implementación de la política para la primera infancia.
• Fortalecer los planes, programas y proyectos dirigidos al cuidado de la infancia, con el concurso del Estado, la familia y el sector privado.
• Impulsar programas de formación y cualificación de docentes de preescolar y de las  instituciones (escuelas normales y facultades de educación), como requisito para una  educación de calidad.
• Garantizar y promover por parte del Estado, el derecho y el acceso a un sistema  educativo público sostenible con calidad, permanencia y pertinencia, en condiciones de inclusión en todos los niveles del sistema educativo.
• Asegurar un sistema educativo coherente con los contextos y todos los niveles, que responda con las necesidades, caracterizaciones y exigencias del entorno, que reconozca la diversidad cultural, étnica y las creencias culturales.

• Promover la participación de la población vulnerable, con necesidades educativas especiales.
• Garantizar los apoyos pedagógicos, terapéuticos y tecnológicos para minimizar las barreras en el aprendizaje.
• Consolidar sistemas integrales de calidad que permitan la evaluación de instituciones y programas, y el desarrollo de las acciones gubernamentales dirigidas al mejoramiento y seguimiento de todo el sistema educativo.
Liderazgo, gestión, transparencia y rendición de cuentas en el sistema educativo
• Garantizar los procesos de formación para la gestión, el liderazgo y la participación en la construcción de políticas públicas educativas.
• Desarrollar procesos para el fortalecimiento de la articulación intersectorial, aseguramiento de la calidad y consolidación de la gestión educativa.
• Desarrollar procesos de transparencia que incrementen mecanismos de control, estructuración e implementación del sistema de información de la gestión educativa.
Otros actores en y más allá del sistema educativo
Principales enfoques:
• Promover la participación de la familia como principal responsable del proceso de formación de sus integrantes.
• Fortalecer la participación e incidencia de los sectores productivo, solidario y social en la educación, para garantizar una formación técnica, tecnológica y profesional con calidad y pertinencia.
• Incentivar la participación responsable de los medios masivos de comunicación, e impulsar la producción mediática de contenidos basados en criterios pedagógicos y educativos que contribuyan con la identidad cultural.
• Fortalecer la educación en y desde de los espacios culturales, sociales, políticos y naturales.


[1] Cobertura, Calidad y Pertinencia: Retos de la Educación Técnica y Tecnológica en Colombia”. Subdirección de Fomento. ICFES. Serie Calidad de la Educación Superior. No. 3. 2002. pp. 36-45.

EDUCACIÓN TÉCNICA EN COLOMBIA

EDUCACION TECNICA Y TECNOLOGICA

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